In an Open letter published by Hyperallergic, Tania Bruguera explains her struggle to achieve freedom of expression and defense of cultural rights in Cuba. In partiocular, she mentions the Decree 349, signed by Cuba’s President Miguel Díaz-Canel in April 2018:
Why am I not going to the 13th Havana Biennial?
Before giving my reasons, I want to clarify that I admire the work of the curators of the Havana Biennial. My reasons are related to the cultural policies of the Ministry of Culture and not to the curators. I am an artist whose career was shaped by the Havana Biennial and perhaps that is why what is happening there hurts me so much.
I am not going to the 13th Biennial of Havana because of its contradictory politics. First, the biennial was suspended in 2017 on ethical grounds in order to cede its resources to the reconstruction effort after Hurricane Irma. Now, in 2019, just a few months after a tornado devastated several of the poorest and most working class areas of Havana, the Ministry of Culture (MINCULT) has decided that it is more important to spend a good part of its budget on the Havana Biennial to whitewash its international image in the midst of the campaign against decree-law 349.
I am not going because the MINCULT does not practice institutional transparency. When I asked the Vice Minister of Culture for the current biennial’s budget on Twitter, he responded with a series of personal accusations, and, of course, did not answer my question. When I explained that this was an internationally established practice, his response was silence. That silence continues.
Whether the Ministry of Culture provides material and promotional support for an artist’s project is determined not by the quality of that artist’s work but on his/her/their loyalty to the government and on the use that can be made of that artist to improve the international image from the country. The objective of this biennial is not to promote Cuban artists (that will be up to each according to their possibilities) but to make everyone understand that decree-law 349 will be applied only to those who are independent and ask discomforting questions.
I am not going because I can’t imagine myself at a party sharing my impressions of the artistic merits of a work of the biennial while knowing that Congolese medical students in Havana are being repressed and confronted at gunpoint by the Cuban police in the same streets that we walk through to visit an exhibition, and nobody is doing anything to prevent this or show solidarity with the abused Africans. I could not smile and take a selfie with friends while I know that, at this moment, there are artists who are in prison and who are constantly harassed because their work is controversial and they do not fit into the official narrative of the biennial created by MINCULT. I cannot continue to use official euphemisms like “is a bad artwork” to talk about these artists’s efforts when that appraisal really means that “I do not get involved with that because it will cause problems for me.” I cannot be an accomplice, because it is already known with irrefutable evidence that Cuban State Security gives orders to the MINCULT.
I am not going because of the incomprehensibility of the double standards of those who support the protests at the Whitney (to pressure the museum to remove an ethically unacceptable Board member) or the Guggenheim (to pressure to the museum to renounce ethically unacceptable funding), but in Cuba they joyfully justify ethically unacceptable attitudes and actions. No one is innocent; to be blind at this point means that you have taken out your own eyes so as not to see. Who cares about the injustices that exist in Cuba? Certainly not those who visit the biennial. Cuba is not their problem, as they are just passing through. In order to enjoy parties and sunshine they have forsaken their power to pressure the Cuban government to release artist Luis Manuel Otero Alcántara and rappers Pupi and Maykel Osorbo from jail, and to stop harassing Amaury Pacheco, his wife Iris Ruiz, and their children. Injustice is not to be treated as a rumor shared while sipping mojitos. Solidarity in places like Cuba is not simply a pretty slogan. Cuba is not Venice or Kassel, Cuba is a country that represses freedom of expression (especially when there is no biennial).
I am not going to the 13th Havana Biennial because my struggle to achieve freedom of expression in Cuba, my defense of cultural rights, and my efforts to end political hatred among Cubans and defend the right to demonstrate in the streets are not limited to an event. It is my life mission.
This is the biennial in which no one is innocent anymore. This is the biennial in which each of us must act according to his/her/their conscience. My conscience does not let me to be part of the MINCULT’s transformation of the Havana Biennial into an act of whitewashing.
Tania Bruguera
April 12, 2019
* * *
Antes de dar mis razones quiero aclarar que admiro el trabajo de los curadores de La Bienal de La Habana y no considero ninguna de mis razones su responsabilidad sino la de las políticas culturales del Ministerio de Cultura. Soy una artista formada por la Bienal de La Habana y quizás por eso lo que sucede me duele más.
No voy a la XIII Bienal de La Habana porque, no entiendo la incoherencia de suspender la Bienal en el 2017 para ceder sus recursos a la reconstrucción del huracán Irma – lo que constituyó una postura planteada desde lo estético-ético – y ahora, en el 2019, cuando hace unos meses un tornado devastó en La Habana varias de las zonas más pobres y obreras de la ciudad el Ministerio de Cultura (MINCULT) ha decidido que es más importante gastar una buena parte de su presupuesto en promocionar y usar a La Bienal de La Habana para limpiar su imagen internacional ante la campaña contra el decreto-ley 349.
Porque, el MINCULT no practica la transparencia institucional. Al preguntar de forma abierta por Twitter al Viceministro de Cultura por el presupuesto de esta edición la respuesta fue una sarta de acusaciones personales sin, por supuesto, responder a la pregunta. Cuando le expliqué que eso era una práctica establecida internacionalmente su respuesta fue el silencio. Ese silencio continúa aún, cuando para el Ministerio de Cultura el apoyo material y promocional al proyecto de un artista se decide no basado en su calidad artística sino en su lealtad al gobierno y en el uso que puedan hacer de ese artista para mejorar la imagen internacional del país. Porque el objetivo de esta Bienal no es promocionar a los artistas cubanos (eso le tocará a cada uno según sus posibilidades) sino que todos vayan entendiendo que el decreto-ley 349 será aplicado sólo sobre quienes sean independientes y hagan preguntas incómodas.
Porque, no pudiera estar en una fiesta compartiendo mis impresiones sobre los méritos artísticos de una obra de La XIII Bienal de La Habana mientras sé que, los estudiantes de medicina congoleses están siendo reprimidos, abusados y encarados a punta de pistola por la policía cubana en las mismas calles que caminamos para ir a ver una exposición y nadie está haciendo nada para evitar o solidarizarse con esto. No pudiera tomarme un selfie entre amigos mientras sé que, en ese mismo momento, hay artistas presos y constantemente acosados porque son incómodos y no entran en la narrativa oficial de La Bienal creada por el MINCULT. No puedo seguir justificando con el eufemismo oficialista “mala obra” cuando en realidad se quiere decir “no me meto en eso porque me va a traer problemas”. No puedo ser cómplice, porque ya se sabe con pruebas irrefutables que la Seguridad del Estado da órdenes al MINCULT.
Porque, me es incomprensible la doble moral de quienes apoyan las protestas en el Whitney Museum (por tener a un miembro de su consejo que es éticamente inaceptable) o en el Guggenheim (para que no acepte dinero éticamente inaceptable) pero en Cuba justifican actitudes éticamente inaceptables y con tremenda alegría. Ya nadie es inocente, el que está ciego es porque se sacó sus propios ojos para no ver. ¿A quién le importan las injusticias que existen en Cuba? No a los que visitan La Bienal, Cuba no es su problema, ellos están de paso y han cambiado por fiesta y buen sol su poder para presionar al gobierno cubano para que saque de la cárcel a Luis Manuel Otero Alcántara, a los raperos Pupi y Maykel Osorbo y que dejen de hostigar a Amaury Pacheco, su esposa Iris Ruiz y a sus hijos. La injusticia no puede ser un rumor que circula entre mojitos y la solidaridad en lugares como Cuba no son un pretty slogan Cuba no es Venecia ni es Kassel, Cuba es un país que reprime la libertad de expresión (sobretodo cuando no hay Bienal).
Porque, mi lucha para lograr la libertad de expresión en Cuba, mi defensa de los derechos culturales, lograr el fin del odio político entre cubanos y defender el derecho a manifestarse en las calles no se circunscribe a un evento sino a una misión de vida.
Esta es la bienal donde ya nadie es inocente, esta es la bienal donde cada uno debe actuar según su conciencia. Mi conciencia no me deja ser parte del espectacular proceso de whitewashing en el que ha convertido en MINCULT a La Bienal de La Habana.
Tania Bruguera
Abril 12 del 2019